Hay un dato que conviene recordar siempre, que convendría escribir en cada punto y aparte de la crónica política española, un dato que la mentalidad española actual ignora expresamente, quizá por orgullo, quizá por miedo a enfrentarsse a la realidad: desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea (CEE) en 1986, España ha percibido subvenciones, ayudas y transferencias por valor de 118.000 millones de euros, la más colosal operación de solidaridad que ha tenido lugar en el continente europeo tras la reparación de daños de la Segunda Guerra Mundial.
Un arco de triunfo debería conmemorarlo en Madrid, y una placa en homenaje al contribuyente alemán debería exibirse en la plaza de cada pueblo. Orgulloso hasta la médula, el español prefiere no hablar de ello, ni que se lo recuerden. Sólo un discreto monumento conmemora en la capital de España el ingreso en Europa: un murete de hormigón ubicado frente al palacio de Santa Cruz, vieja sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Un murete al alcance del orín de los perros. España es así de agradecida.
Enric Juliana. La deriva de España. 2009, RBA, Barcelona.
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