10.2.12

Y sin embargo, Barcelona se mueve

Y sin embargo, Barcelona se mueve

Llegó por fin, a la ciudad de los prodigios, la Barcelona pintada por Eduardo Mendoza, un crudo invierno. El termómetro amanece sin grados positivos y la ciudad se despereza y se mueve. Desde hace ya meses, años, desde que quebró el sueño del crecimiento sin fin, en aquel ya lejano final de 2007, el termómetro del miedo ha ido subiendo.

Es el miedo palpable en las esquinas de la frustración del amigo o el conocido que hace ya un año que está sin empleo, y lo peor es que no encuentra trabajo. Es ese cartel de “Se alquila”, o “Se vende” que amarillea en los balcones, o en los escaparates de los locales sin actividad, desde que cerró su último inquilino. Es esa respuesta tímida del “vamos tirando, que no es poco”, o bien aquello de “la cosa está muy mal” a la pregunta del “cómo estamos”. Es, en definitiva, la sorpresa de una generación -la que balbuceaba cuando Franco murió, la que hizo de joven entusiasta voluntario en los Juegos Olímpicos del 92- que no había vivido directamente ninguna crisis económica profunda, que se asomó al tardío estado de bienestar español, y que descubre que el ahorro de su vida, su departamento, vale hoy un 40% menos de lo que pagó.

No hay ahorro más crucial que el de hipotecarse para comprar su propia vivienda: así reza la cultura del ahorro en esta Madre Patria. El que paga un alquiler en vez de hipoteca es considerado poco menos que un insensato. Así lo han apoyado durante décadas las políticas fiscales de los gobiernos de izquierda y derecha, el último, el de Rajoy.

Pinchada la burbuja inmobiliaria, y con tasas de desempleo que superan el 20% en general, y el 40% entre los jóvenes, hace unos meses, la versión local del movimiento de protesta 15-M se adueñó de la simbólica Plaza de Cataluña, y la ocupó por algunas semanas. La ciudad los contempló en su gran mayoría como extraños, y aparecieron más elogiosamente en las notas de prensa internacionales que en las conversaciones de café locales. A las pocas semanas el movimiento de protesta se condenó al intentar impedir que se reuniera el parlamento. En las formas de vida catalana se toleran mal las expresiones poco contenidas.

Y sin embargo, se mueve, sí, a pesar de los negros augurios que propagan los cenizos, del manto de miedo y de los complejos de inferioridad ante los vecinos del norte, la ciudad se mueve. Barcelona se levanta al conocido son de las palabras de Guardiola, su hijo pródigo: “Si nos levantamos pronto, pero bien pronto, sin reproches, sin excusas, y nos ponemos a chambear, somos un país imparable, creedme”.

Original publicat al diari mexicà 24 horas